Hecho por jjpeabody http://www.deviantart.com/art/Glacier-613218085 |
Como escritor, al
igual que los demás sin dudas, me resulta extraordinario leer luego de un tiempo lo que he terminado de escribir. Pero extra-ordinario en su sentido literal. Es realmente un acto muy
significativo ya que, de todo lo escrito en la historia humana, leer se
puede leer cualquier cosa, pero leerse a uno mismo, a ese que alguna
vez fuimos, es sin duda extraordinario. Se puede sentir una extravagante
sensación de enajenación con uno mismo que extrapola a ese Yo con el que tan acostumbrados vivimos. Y mientras más nos leemos, más surgen nuevas preguntas sobre la propia persona
y la existencia. Se puede, por ejemplo, en una posible primera instancia, comenzar a reflexionar en la práctica de la escritura, en los tipos de textos que
nacen de la misma -el por qué- y en las emociones y pensamientos que
en el momento de escribir aquellos textos se hallaban en uno. Está claro que en
cada individuo sus preguntas son particulares y diferentes pero son reflexiones que surgen de querer
explicar lo que nace dentro nuestro, buscando quizá pruebas de qué carajo
hacemos viviendo. Cierto que algunos lo hacen y otros huyen de ésto. Yo creo que no hacerlo es similar a
caminar hacia una dirección sin saber por qué.
Hablar acerca de
escribir es irónico porque, a fin de cuentas, uno comienza a
escribir sin razones; comienza, como dijo Carmen Martín
Gaite, por rebeldía (sin saberlo probablemente). A fin de cuenta, los textos
son material del interior -sentimientos e ideas-; pensamientos hechos
letras. Y, a decir verdad, suena a cliché, pero no deja de
ser una valiosísima verdad absoluta. Escribir es entonces,
re-diciendo (no repitiendo xD), dado que otros escritores ya lo han dicho, detener el tiempo.
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Yendo por el costado de la escritura que versa sobre "su belleza" es sabido en el ámbito del estudio de las letras que a los
lectores en general les gusta más los textos con palabras
simples, oraciones cortas y pocas nociones abstractas. Es decir, está mejor visto el texto conciso, definido y no tan lejano a lo fácil de pensar. Ésto,
en definitiva, se debe a una mayor legibilidad y comprensión fluida
del texto y por ende es más fácil predecir o calcular lo que sucederá (es que, no sé por qué, inconcientemente nos encanta predecir y tener la
razón). Ésta simplicidad evita también retroceder en la lectura, tarea bastante
repudiada por los lectores, ganando así mayor aprecio el autor.
Es entonces, desde que los autores quisieron hacer de la escritura su
modus vivendi que ronda en sus cabezas el gran dilema de ¿escribo lo que me gusta escribir o me vuelco a obras con sintaxis de gusto común?
En lo que concierne
a mi forma de escribir, ésta se compone en su mayoría de frases
alegórica-metafóricas (no hago textos de gusto común, al
menos no aún) y me fascina porque allí, dentro de ella, se
encuentra mi verdad. Ya muchos sabrán que dentro de cada escritura se encuentra
la realidad de su autor, aún de manera inconsciente. Lo que uno
expone en letras de manera espontánea o no, incluso para aquel que
redacta un cuento ficticio, no es más que lo que uno tiene dentro y lo hace in situ.
Este blog, al igual
que la práctica de escribir, surgió de la nada y sin una finalidad
definida. Es quizá un intento de lanzar más allá lo que escribo o
de divertirme más luego de ya haberlo hecho escribiendo. Sentir algo
más. Pensar que para otro pueda significar algo es gratificante, aún
si nunca sucede. Porque todo lo que se lee es humanidad. El lector
que me lea leerá lo que, desde su punto de vista, otro ser humano
pensó y quiso expresar. Y lo bello de todo ésto es que cada uno lo
interpretará a su manera, más cerca o más lejos de la verdadera
esencia del texto, así como aportará en sus vidas algo distinto.
Eso es lo bueno acerca de escribir. Y aunque sea yo un escritor
esporádico sé que siempre escribiré. Siempre hallo un retorno (tal
vez a la fuerza). Para terminar, insisto insisto en que, sucede que, así como toda forma de
expresión, éstas no se vuelven parte de uno sino que son uno
mismo.