27 de abril de 2016
20 de abril de 2016
De aquél que cree haber visto la verdad
No sé hasta que punto la gente no sabe dónde se mete. Aunque todos somos la gente.
19 de abril de 2016
El Esclavo que Conoce
Hacia algún lugar
de extraordinaria estación y de excelentes disposiciones soy
dirigido, remitido, pero no quiero ir.
-¿Por qué he de ser, desdicha, tal reincidente prisionero?- La causa aparece incierta y el acto en sí mismo repentino, cual invisible
trompazo. Recuerdo que, alguna vez, me dijeron que la libertad está asegurada, que incluso
nos la describen, nos cuentan su ser, pero ¿no cree que, acaso, no
encierra eso en sí mismo una trampa? Las trampas nos atrapan y estar
atrapados nos priva de libertad, al menos de la que nos mencionan. Es por eso que no quiero ir.
Observo dentro de
aquel impecable lugar y noto que uno mismo se vuelve una infección,
algo que no está bien, -¿será debido a nuestros defectos que, como
siempre, vienen por defecto?-. De alguna manera -siempre también- ante tanta
magnificencia nos valemos de tétricas ideas e irresolubles
incógnitas. Resulta inútil e incluso absurdo entonces. La finalidad
misma de estar ahí está tan carente, tan vacía, que da pena, causa un dolor, aún
insignificante, molesto y gris; apenas si tiene otro c-olor. Es por
eso que no quiero ir.
Pero más allá de
ésto, lejos de ella (la dimensión), todo es similar, si no más
triste.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)