Páginas

22 de abril de 2022

Usted, ¡anciano!

I

 Su vergüenza, como resolana

en la antesala, en la postrimería,

arrebató su calor y poca alegría.

Creo que se dijo: "qué macana".


Despreciado, a veces, por su brillante

ausencia. Amado, con recio talante:

como un satélite orbitó alrededor,

junto a la luna, hasta el áureo despertar.


Húmedo y oscuro escondite eterno;

sabe de quién los caprichos del corazón,

sediento incluso de autoinmolación.

Se replicó con elevación y razón.


Ni el corazón está ausente de ideas,

ni la conciencia ausente de sangre.

A pesar de su vergüenza, no es su obra, 

en esta carrera de relevos zozobra.

2 de enero de 2022

Desde, por y para Siempre. Sapientia et fortitudo

 Verte llegar, hasta aquí, ha sido mi gran anhelo durante todo este tiempo indeterminado, vasto e incalculable. Tan sólo pensar en su extensión me estremece. Mas cuando olvidamos nuestros anhelos y sepultamos nuestros dolores acabas por arribar, o lo he hecho yo, y nos fundimos el uno con el otro en una amalgama tan bella por fuera como por dentro. Sí… tan prístina esencia acaba por golpear cualquier cimiento o columna instalada con celo o sin él y termina por demostrar que cualquiera de esos, fantasmas, no son más que espantapájaros ataviados. No olvides a los pájaros, son tus alas.

Milton Delordo

16 de diciembre de 2021

Visita a mi maestro Yong en su ermita

Rodeado de montañas que rozan el cielo,
vives en plena libertad, olvidado de los años.
Aparto las nubes y busco el antiguo sendero.
Y recostado junto a un árbol,
escucho el susurro del arroyo.
Entre flores primaverales,
los búfalos negros se recuestan,
y entre pinos erguidos,
las grullas blancas reposan.
Con nuestras voces, el crepúsculo cae sobre el agua.
Solo, desciendo en medio de la niebla y el frío.

 Li Pai

15 de agosto de 2021

Consideraciones

    Las parálisis devienen de la rigidez. La rigidez, a su vez, se produce por la falta de eslaticidad ¿y acaso también de oxígeno? Qué más da, viene este pensamiento y debería estar pensando en lo que estoy haciendo. De otra manera ¡va a salir cualquier cosa! Seguramente si me apresuro a terminar de agujerear con el taladro podré modificar algo más que la pared. Lástima que el ruido de la herramienta tape la relajante música house que se escucha. "Música house" ¡qué mal que suena el nombre del género! Qué poco tienen que ver las palabras con las cosas a las que pertenecen, aunque, a priori, parezcan ser lo que más tengan que ver con el concepto que encierran. ¿Acaso no muestran una ínfima parte de lo que realmente pretenden nombrar? Es que, es inevitable asociarlas con alguna idea, siempre ésta, superior a cómo suena la palabra. Ideas contenidas en el mismo término lingüístico, como aquellas que suele generarme el escucharla, ya sea lo que se piensa como sociedad, o cada persona en particular en los distintos rangos etarios. En este último tiempo las personas que ya van teniendo más recorrido existencial suelen criticar a las de menor recorrido por sus gustos diferentes. Bueno, así mismo ellos fueron reprendidos anteriormente y hoy se cobran una especie de venganza. Termina siendo una repetición, algo mecánico. Problemas generacionales dicen.

    Listo, ya es hora de poner los tarugos en los agujeros para hacerlos funcionales a los tornillos que sujetarán el tablero de herramientas. Esta pared la levantó mi viejo no sin dificultades, aunque también es mérito de mi vieja. Ella también es parte de la casa y ha estado en todo momento acá, nadie puede levantar una pared sólo con voluntad. Es llamativo lo reduccionistas que somos, buscando como histéricos insaciables quién tiene el mérito de las cosas bien hechas. El mérito... y en fin, ahora ésto portará los instrumentos que serán en última instancia una extensión de mi mano. Ya veremos qué uso le damos y qué cosas se concretan gracias a ellos. Basta ahora con posicionar el tablero y sujetarlo enroscando los tornillos en los tarugos que puse, tapando los agujeros que hice con el taladro, en la pared que construyó mi viejo con la ayuda de mi vieja. Otra vez, qué mecánico parece todo, qué poco pareciera que queda por descubrir. Pensar en ésto me produce un aburrimiento intolerable. Si no fuera porque ya me pasó en otras ocasiones, y siempre surge algo que me llama la atención tan poderosamente, no sé dónde estaría hoy. Pero a la vez, pensar en ésto me tranquiliza. ¿Dónde tenía que ir al terminar ésto? Cierto. Ya es "hora" de mantener la respiración y volver a ser rígido. El pensador salió del galpón y cerró con llave.

22 de marzo de 2021

El Artesano Tallador

 En aquellos días,
de fuerzas atenuantes y utopías que se escabullen;
cuando las nostalgias queman y el martirio desespera,
verá al artesano moverse.

Su voz moldeará a su pieza.
Le oirás, pronto, muy pronto,
faenar el suelo fértil y limarle sus toscas asperesas
describiéndole, solemne, las doradas curvas por las que circulará.

Su mirada, serena e insondable, reposa en el barro y
sostiene dentro algo más que un pobre libro.
Aquello son como mil vidas que desnudan la inutilidad de las palabras.
Iris dentro se atiborran alegres, danzando célebres verdades.

Reza junto a todo su ser,
escarmenta
noble herramienta inmensurable,
el artesano tallador.

6 de enero de 2021

Lo real en la mente

    Que no se detenga. Aunque, quizás, jamás se detiene. Sólo que yo me empecino en darle cuerda por amor a vaya saber qué. Me emperro en hacerlo andar, como si se tratara de las bielas de una bicicleta. No vaya a ser que al detenerse demasiado esté perdiendo la gracia. Empujar, bajar, reposar, inercia, volver a empujar. No pierdas el equilibrio, hazlo coherente.

     Estando arrojado en una isla de vasta vegetación y tantos rincones por desvelar, me he tomado el trabajo de adentrarme en cuevas que tenían cierto atractivo. Ha sido una ardua tarea en un principio, pero me ha satisfecho muy bien el apetito y además ha calado en mí más de lo que esperaba con el correr de los años. No podía hacer la vista gorda a todo esto que hoy manso reposa en mí. Y si bien me encontré trastabillando en un principio, fue para más tarde verme trotando desvelado y percibido de rebosante coraje y esperanza hacia adelante. En aquel momento, cuando empezó, me vi rodeado de un llamativo verde que viste la flora de estos lugares mientras advertía que había desconocidos lugares y  experiencias por encontrar. Se trataba de una especie de llamado, el cual, en su momento, no haber acudido a él hubiese sido motivo de arrepentimiento en el camino que queda por recorrer. Confieso además, que nunca me encuentro solo. Que ya he visto a otros adentrarse también en esas fulgurantes cuevas y en algunos de estos casos, hasta he descubierto varias de estas entradas vibrantes a mi vista gracias al ejercicio de observar ¿Cómo iba a desatender, entre tanta maleza repetitiva, tan sorprendente sensación? ¿Qué más daban todos los demás caminos que puede haber? Estos huecos centelleantes me han enseñado muchas cosas, entre ellas, acerca del arrepentimiento. Y he visto con mucho regocijo, que no haber tomado esos caminos me haría desesperar. Estaría hoy sangrando desde aquella semilla que debía florecer, apretujada de tanto sostener.

    Aún hoy pienso y me pregunto, luego de haberme encargado de observar desde adentro los detalles, si valió la pena la lucha. O al menos para qué. Me otorga la apariencia y sensación de estar más preparado, pero ¿hasta dónde todo esto es realmente necesario, útil o coherente en el paso por la existencia?

20 de octubre de 2020

Palabro

   Es mi conciencia, compañera conciencia, una distractora de tu consecuente y constante advenimiento.

   Cuando sucedes intento atraparte, no con mis manos sino con la maravillosa atención, y entonces huyes. Socavado por ello me pregunto ¿por qué te paras sólo detrás de mí? ¿o acaso no es así? Siempre que volteamos a observarte te desvaneces, casi sin rastro alguno de fulgor.

   Logramos al rato pensarte, en parte, y notamos que en un momento te experimentamos completamente, pero cuando ponemos un ojo en ti, huyes. Y cuando lo haces siento entonces que me dinamité, que he destrozado mi entereza para encontrarte y lo único que me queda es que no te hallo, no logro encontrarte en ninguno de los trozos que quedan de mí.

   En cambio, cuando te experimento, y no es fuera, sino como si observáramos juntos, es cuando encuentro grandes obras propias de la exaltación. Noto así, que no tiene mi lenguaje, que yo sepa, una palabra para ese estado en el que confluímos. Y no podría tampoco tenerlo, si lo tuviera lo banalizaría y destrozaría, como cuando intento tomarte con mi intelecto.

   Siempre que te busco te muestras lejos, en el horizonte, como un viejo recuerdo. Es sólo cuando me olvido de tí o algo similar, que disfrutas alegre junto a mí y ya no se ve ese borroso horizonte, que nos encontramos inmersos en una especie de esfera desde donde se ven todos los puntos cardinales al mismo tiempo, si es que puede ser llamado así.

   No te aguardaré entonces, no deberé voltear a buscarte ni hablaré glorias de ti. No tendré ansias de verte llegar ni te daré valor alguno si así me lo haces presumir. Te amaré, sólo te amaré como quien ama a su madre progenitora o a un ave volando, porque ese es mi veredicto en base a quien soy. Serás tú quien azote mis incongruencias con tu inherente advenimiento incesante.